Abordar los problemas de conducta en niños desde el modelo A-B-C

problemas de conducta


El comportamiento del niño es un intento de hacer frente a su mundo y frustraciones; a veces correctamente, otras veces de forma más desafortunada. Sea de una manera u otra, los adultos debemos ofrecerles la oportunidad de expresar sus deseos de la forma más equilibrada. Con frecuencia los problemas de conducta en niños es el resultado de no saber comunicar de qué manera se sienten o lo que les gustaría que fuera distinto. En muchos casos, la conducta es el lenguaje del menor especial, su mejor forma de hacer oír su voz.A la hora de abordar un problema, lo primero es decidir con precisión lo que constituye para esos padres en concreto una conducta problemática de su hijo/a. La base para afrontar el problema desde la modificación de conducta consiste en mirar más allá de la conducta y fijarse en el contexto en el que tiene lugar. El marco, junto con las cosas que ocurrieron antes de la conducta (antecedentes) y con lo que vino a continuación (consecuencias) son aspectos necesarios para entender completamente los problemas de conducta en niños.

Como regla general podemos decir que es más probable que las conductas que van seguidas por consecuencias agradables ocurran de nuevo en el futuro y menos probable que se repitan si no van seguidas de ellas.

¿Cómo enfrentarse a los problemas de conducta en niños?

A continuación ofrecemos un esquema general de cómo abordar un problema de conducta. Esto no quiere decir que nos sirva para cualquier situación o problema, ya que en cada comportamiento influyen múltiples factores que requieren de un tratamiento muy individualizado. Pero sí nos puede ayudar, a grandes rasgos, a entender los elementos fundamentales que influyen en los problemas de conducta en niños y a actuar sobre su modificación.

En primer lugar tendremos que examinar la conducta problemática:

  • Especificar con la mayor exactitud posible la conducta. Por ejemplo: descripción general (María no deja que la bañemos) descripción exacta (llora, grita y pega antes del momento del baño, salpica con el agua, quita el tapón, no deja mojarse el pelo etc.).
  • Hacer una medición previa. Con ayuda de la descripción detallada que realicemos (no la general) podemos medir la frecuencia con que esas conductas ocurren o el tiempo que están presentes. Se realizará una línea base, es decir, registrar el comportamiento problema durante al menos una semana, para después comenzar con su modificación. Si la conducta se da muy frecuentemente a lo largo del día, el registro lo realizaremos por intervalos de tiempo siempre a las mismas horas del día y con las mismas condiciones en la medida de lo posible. Una vez iniciado el programa se seguirá registrando para observar la tendencia de la conducta.
    El llevar un registro nos ayudará, primero, a saber si el programa que diseñemos está funcionando de forma adecuada y nos aportará datos objetivos que nos indiquen si la conducta está disminuyendo. Segundo, nos animará a seguir, ya que los registros pueden ser gratificantes si demuestran que el esfuerzo invertido está teniendo su recompensa.
  • Identificar el modelo A-B-C. Este modelo pone de manifiesto la importancia que tiene el ver la conducta dentro de su contexto. Las conductas problema son formas mediante las cuales el niño tiene éxito en conseguir de su ambiente lo que él quiere, por lo que los adultos tendremos el poder para modificar las variables que influyen en el comportamiento una vez que la hayamos identificado. Ejemplo:
    A: se acerca el momento del baño. Antecedente a la conducta.
    B: María llora, chilla etc. Conducta problema.
    C: Los padres la bañan rápido y no le mojan el pelo. Consecuencia.

Iniciar un programa:

  • Cambiar las consecuencias. Eliminar las consecuencias positivas que tuviera la conducta problemática.
    Los tres tipos de consecuencias más habituales que recompensan la conducta problema y por lo tanto ayudan a que esta se mantenga son: la atención (por ejemplo cuando el niño busca la atención del adulto con una mala conducta y la recibe, incluso si es mediante una regañina esta es una forma de recibir atención), la huida o la evitación de la conducta del niño (por ejemplo dejar de lavar el pelo para que no llore) con actividades. En algunos niños, la habilidad para decir, hacer o esperar evoluciona con más lentitud, para ellos resulta mucho más fácil expresar sus necesidades y deseos por medio del lenguaje de la conducta. A veces los adultos fomentamos los problemas de conducta en niños sin darnos cuenta, por el hecho de seguir recompensándoles con actividades. Por ejemplo actividades como ofrecer comida, jugar para distraer el llanto, ofrecer el objeto que desea, ir a dar un paseo en coche, etc.
    Son consecuencias efectivas para zanjar una rabieta a corto plazo, pero que está manteniendo el problema a largo plazo. Una vez que se dice “no” a algo, es muy difícil “mantenerse”. Más aún cuando está chillando, dando patadas o teniendo un comportamiento muy inadecuado con otras personas presentes. Pero de forma inmediata, en cuanto se cede y se le deja conseguir o hacer lo que él o ella quiere se vuelve a la serenidad y a la alegría.
    Por este motivo hay muchas familias que caen en la trampa de ceder ante las conductas problema de sus hijos y por este medio las recompensan. El resultado inmediato es que las conductas disminuyen, pero el resultado a largo plazo es que el niño ya ha aprendido la forma de actuar para la próxima vez. Con frecuencia, los padres intentan hacer “chantaje” mientras está teniendo lugar la conducta problema, por ejemplo…”si dejas de llorar iremos al parque”, la lectura del niño será: para conseguir esa recompensa primero tendré que iniciar la conducta que me ha servido para tener acceso al parque.
  • Adoptar las medidas necesarias para que una conducta alternativa adecuada tenga consecuencias positivas. Si no se ofrece una conducta alternativa correcta el niño podría buscar nuevas formas no adecuadas para volver a obtener la recompensa que ha perdido.
  • Cambiar los antecedentes. Estudiando y analizando las circunstancias antecedentes ante las que frecuentemente aparece la conducta problema nos permitirá anticiparnos a ella, y prevenirla de diferentes formas. Por ejemplo enseñando nuevas habilidades alternativas, recompensando a los hermanos utilizándolos como ejemplo, etc.
  • Seguir midiendo la conducta para poder establecer una comparación con las mediciones previas y apreciar la efectividad de los procedimientos que se habían puesto en marcha. Es muy habitual que la conducta problema experimente un pico y pueda empeorar antes de que empiece a mejorar, ya que el niño al ver que su conducta no está funcionando lo hará con más persistencia. Es en este momento cuando hay que mantenerse firme y tener conocimiento que es algo normal dentro de la modificación que se está llevando a cabo.

Imagen: LyfeStyle

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